De las dos alas….
La biología moderna de la que nos habla Ernst Mayr, es una biología claramente fracturada en dos tendencias filosóficas, cada una de las cuales, parece diferir una de la otra sólo en su modus operandi. La grieta que divide a la biología funcional de la biología evolutiva, es tan notoria que una vez ya detectada resulta inevitable llegar al encasillamiento de un artículo científico, de un investigador o de toda una academia en alguna de las dos partes. Las dos biologías son en consecuencia parte de una misma ciencia pero con distintas formas de diálogo.
Hay quienes afirman que para poder llegar a la biología evolutiva, es necesario recorrer primero el tramo de la biología funcional, pero advierten que existen atajos. Tales atajos tienen que ver con el nivel de complejidad con que se quiera responder a un planteamiento hipotético, y cuyas respuestas escapen del terreno de la biología funcional. La inquietud por la historia natural, por los comportamientos y en gran parte por la darwinismo, pueden ser también señalados como otra forma de acotamiento.
Y mientras unos piensan en atajos, otros sugieren que para pasar de una biología a otra, sólo es cuestión de cambiar el tipo de interrogantes, es decir, pasar del cómo de la biología funcional, a los porqués de la biología evolutiva. La primera responde a las causaciones próximas que atañen al fenómeno biológico basándose en una metodología experimental; la segunda profundiza en las causaciones remotas, alejándose de la metodología estrictamente experimental, pero apegándose a la del tipo observacional. Ambas sin embargo, bajo este punto de vista, parecen poder llegar a complementarse, hablar de los mismos problemas pero con un lenguaje distinto.
En cuanto a los dos lenguajes, primero tenemos una biología funcional empeñada en demostrarlo todo con un microscopio y un tuvo de ensaye. Una biología que dialoga con la física y la química más que con su otra hermana, a quien acusa a veces de especulativa; una biología que establece variables de tipo mesurable; que dedica planas y más planas en discutir el peso en seco de de una de una microalga obtenida con dos técnicas de aislamiento; una biología donde las causas y los efectos resaltan a simple vista. En este caso los tecnicismos se convierten en el lenguaje de primera mano.
Después nos topamos frente al otro tipo de lenguaje: el lenguaje de la reconstrucción histórica hallado en la biología evolutiva. En esta biología encontramos ideales que a menudo resultan inalcanzables: lo mismo el ideal monofilético, que otro que indaga en el origen de la simetría bilateral; una biología donde las variables son del tipo interpretativo y comparable; donde se habla de presiones selectivas, de poblaciones y de miles o millones de años, donde nada tiene sentido si no es a la luz de la evolución. Aquí el estilo más común de lenguaje es el inferencialismo.
Ahora las plumas…
Con todo y las distintas formas de reduccionismo que existen dentro de la filosofía de la biología, y con toda la divergencia que aparta a los dos arquetipos biológicos, no debemos pasar por alto un signo filosófico común tanto en la biología funcional como en la evolutiva, se trata del reduccionismo. La postura reduccionista señalada hasta el cansancio por muchos autores, pero inicialmente por Jacob, “pretende instaurar un orden en el mundo viviente”, restringiendo a su paso cualquier concepto, ley o postulado a su mínima o máxima expresión. De aquí que algunas veces se le designe a esta tendencia como ambiciosa y promiscua en su afán de querer abarcar todo.
En otros autores, el reduccionismo no es más que el carácter multidisciplinario que una ciencia debe tener con otras, añadiendo que es necesaria y suficiente para resolver diversos problemas de conocimiento (en palabras de Mario Bunge). De esta forma y lejos de juzgar la naturaleza del reduccionismo biológico, es común encontrarnos ante cuestiones como: ¿qué tan abarcada se encuentra la biología por otras ciencias? o ¿hasta dónde se ha infiltrado la biología con respecto otras ciencias? Esto a la larga nos puede conducir a plantearnos otro tipo de interrogante: ¿qué tan autónoma es la biología?
En la biología funcional se observa el lado dependiente de la biología, la parte conquistada por las leyes físicas y químicas. Un ejemplo muy claro aparece, cuando toda la complejidad de un ser vivo queda reducida a la de un sistema abierto, por la cualidad que éstos tienen de intercambiar materia y energía con su medio externo. De aquí el susto que muchos se llevaron, cuando de manera desmesurada, se empezaron a introducir los mismos principios que rigen al mundo inanimado al mundo de los seres vivientes, recordemos la aparente violación a la segunda ley de la termodinámica, que desembocó en el concepto de homeostasis.
Lo que para la biología funcional es sumisión, en la biología evolutiva se vuelve todo lo contrario, en gran parte, porque su lenguaje es en términos filosóficos inconmesurable (incompatible) con el empleado en cualquier postulado quimista o fisicalista. De esta manera, en vez de “máquinas vivientes” sujetas a leyes, aquí se habla de conceptos difícil de ser interpretados por otras ciencias, por ejemplo, cómo traducir el concepto de aptitud biológica al lenguaje de la física, o cómo descifrar la relación predador-presa con una expresión química. Sin embargo, la biología evolutiva incurre en otro modo de reduccionismo, y busca expandirse en ámbitos ajenos a ella como son la sociobiología, la psicología evolutiva y más recientemente en ámbitos lingüísticos.
Los aguiluchos al vuelo.
Pido permiso para tomar la primera persona. No quisiera sacar al pitufo pesimista que llevo dentro en plena pitufiesta, pero, entre el handshake y las pats on the back con quienes acaban de terminar la licenciatura en biología, hay algo que me preocupa en ellos. Se trata, de qué conceptualización define a un biólogo egresado de una escuela de biología cuyo sello distintivo es meramente funcional: ¿se trata entonces de una biología incompleta? Bajo ciertas excepciones (muy pocas), hay maestros que sí tocan aspectos del tipo evolutivo y otros lo hacen muy someramente, pero la gran mayoría provienen de escuelas físicas y químicas (y muuuchos relacionados con lo marino) donde revuelven la esencia de la biología con sus propias cosas.
No opino que ser funcional sea malo, de ninguan forma. Lo que quiero decir, es lo mismo que dijo el maestro Juan Luis Cifuentes hace dos años en aquella conferencia de tres horas: “la biología en México algunas veces se encuentra truncada por el creacionismo y se tiene prohibido hablar de forma alguna de evolución” (memorias del segundo congreso de biología). Con la diferencia, de que yo no creo que sea el creacionismo, sino la biología funcional la que ha remplazado a la biología evolutiva dentro del propio DICTUS y de sus cuatro academias terminales.
A todos los compañeros, colegas recién egresados de la primera generación de biología: muchas felicidades. Los exhorto a seguir actualizándose, a todos ustedes va dedicado este texto, y recuerden que para poder volar es necesario emplear las dos alas. Los quiere Pancho.
Recomendaciones bibliográficas:
que gusto que me da entrar y encontrarme cosas nuevas wiii
Muy buen articulo. Congrats Pancho.
gracias, gracias, son docientos pesos con todo y redondeo XD
El conocimiento le pertenece a la humanidad! jajaja...(esto quiere decir q tiene q ser gratuita y al alcance de todos)
Hola. Me da gusto ver un espacio así. Sólo tengo una pequeña observación: Procuren corregir los errores de ortografía, ya que demeritan un espacio tan interesante.Ejemplo: "Tubo" se escribe con "b".
Felicidades y saludos.